Poetas del Mundo-León Felipe







Nació en una familia acomodada. Su padre, Higinio Camino de la Rosa, natural de Herrín de Campos, fue notario. Pasó años de su infancia en Sequeros y en Santander, destinos de su padre. Tras licenciarse como farmacéutico para agradar a su padre, León Felipe inició una vida llena de peripecias, empezando por la regencia de varias farmacias en pueblos de España y recorriendo a la vez el país como cómico de una compañía de teatro.
Permaneció tres años en la cárcel, convicto de desfalco. Viví tres años en la cárcel... no como prisionero político, sino como delincuente vulgar... y contrajo un matrimonio fracasado con la peruana Irene Lambarri, con la que residió en Barcelona. Su vida bohemia le sumió en una situación económicamente complicada hacia 1919, cuando iniciaba su obra poética en Madrid.

Después de tres años de estancia en Guinea Ecuatorial, en aquellos años colonia española, trabajando como administrador de hospitales, viajó a México en 1922 con una carta de Alfonso Reyes que habría de abrirle las puertas del ambiente intelectual mexicano.
Trabajó como bibliotecario en Veracruz, y como profesor de literatura española en la Universidad CornellEstados Unidos. Contrajo un segundo matrimonio con Berta Gamboa, también profesora.
Volvió a España poco antes de iniciarse la guerra civil, viviendo como militante republicano hasta 1938, año en que se exilia definitivamente a México, donde pasó a ser agregado cultural de la embajada de la República española en el exilio, única reconocida entonces por el Gobierno de Cárdenas. Nadie mejor que él mismo para describir su estancia en este país:
Llegué a México (por primera vez) montado en la cola de la revolución. Corría el año de 1923. Después, aquí he vivido por muchos años: Aquí he gritado, he sufrido, he protestado, he blasfemado, me he llenado de asombro...
Murió en el país que lo acogió, en la Ciudad de México el 18 de septiembre de 1968.



Cómo han de ser tus ojos

Mujer...no tendré un beso de niño para ti
ni de viejo, ni de sátiro...
Cuando vengas no besaré tus mejillas
ni tu frente, ni tus labios.
Pondré mi boca en los pliegues
recogidos de tus párpados
y beberé el agua clara
que suba a tus ojos claros.
Trae unos ojos azules, mujer
Trae unos ojos azules, de un azul tranquilo y claro
que tengo sed...
sed de peregrino cansado
de muchas jornadas duras
por caminos solitarios
y quiero
llevar mis labios
al agua clara y tranquila
de un remanso que refleje
un cielo tranquilo y claro.

León Felipe



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